Antonio Caramelo, arquitecto baiano, actuó a lo largo de sus 38 años de profesión en las áreas de construcción civil, planeación urbana y proyectos arquitectónicos con predominancia en Salvador y en ciudades como Manaus, Belém, Cuiabá, Campo Grande, Fortaleza, Aracaju, Recife, Belo Horizonte, Uberlândia, Goiânia, Brasília, São Paulo, Ribeirão Preto, Campinas, São José dos Campos, Londrina, Curitiba, entre otras. De su mesa de dibujo salieron proyectos de centros comerciales, hoteles, hospitales, clubs, industrias, centro médico y de negocios, agencia bancaria y de viajes, complejos transviales, emprendimientos de entretenimiento y comercio, urbanizaciones, clínicas, matrices de empresas, complejo de salas de cine, edificios residenciales y de multiuso. Para cada uno de estos temas, estudios fueron desarrollados, así como investigaciones, viajes con participaciones en ferias, cursos y seminarios, además de visitas específicas a las instalaciones del sector, utilizando metodología proyectual administrando la creatividad compulsiva y enbasándose científica, técnica y funcionalmente, con viabilidad económica. Como mérito por la excelencia en los proyectos desarrollados y respetabilidad conquistada en el segmento que actúa, Caramelo guarda innúmeras referencias y premiaciones, como el Premio Ademi – Arquitecto del Año, que acaba de recibir, por la segunda vez, considerado el Oscar del mercado inmobiliario de Bahia.
Antonio Caramelo: Una vida de dedicación a la Arquitectura Antonio Caramelo Vasques (61), baiano, casado hace 45 años con D. Iara y padre de tres hijos – Mila, Frank y Davi – nació en Salvador el 13 de junio, día de San Antonio – por eso su nombre de bautismo. Hijo primogénito de inmigrante español y portugués, se graduó en Arquitectura y Urbanismo por la Universidad Federal de Bahia (FAU – UFBA) y actúa en el sector hace casi 40 años, de los cuales ejecutó más de 800 proyectos en todo Brasil y en otros países. La trayectoria de este célebre baiano podría, para aquellos que no lo conocen resumirse en las cinco líneas escritas anteriormente. Pero, quien ya tuvo el placer de convivir con Antonio Caramelo, sabe que una tarde de charla es muy poco para oír las curiosas y un tanto inusitadas historias de este hombre que dedicó su vida a la arquitectura con la inteligencia y la sensibilidad de quien tiene la dulzura hasta en el apellido.