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Mesa para dibujo, lápiz, regla “T”, marcador o AutoCad, no importa, la herramienta de trabajo “creatividad”, esa sí, siempre será indispensable para cualquier arquitecto que quiere mantenerse activo. Sin embargo, no se puede cerrar los ojos para los grandes cambios que han ocurrido a lo largo de los últimos años en ese sector de actuación y que marca, en definitivo, el “modus operandi” de estos profesionales. Constantes actualizaciones, intensos cambios de informaciones, visión de mercado, network, agilidad, poder de compatibilidad y de estudiar viabilidades con resultados precisos, soluciones adecuadas al objetivo y a la funcionalidad del producto que se desea hacer, y, principalmente, exclusivismo son algunos de los ingredientes integrados a los ítenes de deseos que constructoras e incorporadoras buscan en un arquitecto... ¡Siempre es necesario sorprender positivamente al consumidor! Pues, más que un proyecto arquitectónico bien resuelto, lo que los inversionistas buscan actuamente es un profesional que se antecipe a los acontecimientos y sea participativo, sensible y con experiencia para mejor definir el concepto del producto junto a las figuras del consultor inmobiliario y del publicitario. Todavía se espera del arquitecto que use su visión conceptualmente múltiple, y no apenas técnica o empresarial de tiempos lejanos, para opinar acerca de lo que el mercado puede o no adquirir. Es un juego en el cual no se puede dejar márgenes para riesgos, así como ningún detalle puede pasar desapercibido, pues la sobrevida de esa gran caldera que mueve diariamente billones de reales en inversiones depende de ese “tiro al blanco”, donde el producto deberá estar tan perfecto como el objetivo a alcanzar, para que sus ventas tengan un resultado previsible y, si posible, inevitable, condicionada a la atracción, precisión, encantamiento y seguridad de retorno que se podrá dar.

Quien entiende el mensaje y hace la tarea de casa como se debe segúramente tendrá más oportunidades de garantizar la larga vida de sus negocios, teniendo placer en lo que hace, o, mejor dicho, transformando el acto de proyectar en una realización de calidad hecha con placer y mucho amor.

Como arquitecto y urbanista puedo decir que ya he proyectado de todo un poco en estos 38 años  de actuación en el mercado inmobiliario. Como curioso, que también soy, he acumulado en mi equipaje la experiencia con incorporación, comercialización de materiales de construcción e instalación comercial, lo que me ayudó a conocer a fondo el universo de la arquitectura y de la construcción en su esencia. En la serna de proyectos de interiores, actualmente me dedico a proyectos puntuales y espe ciales entre los cuales resalto el de interior comercial, específicamente el de pastelería fina.  Recuerdo como si fuera hoy. Recién llegado de un viaje a Paris, me quedé encantado con lo que vi por allá. Verdaderos emporios refinados, donde era posible encontrar de todo un poco, como buenos vinos, quesos especiales, condimento, especias, chocolates, entre otros productos de los cuales hasta ese entonces nunca se había escuchado nombrar. No podía llamar aquellos lugares de supermercado, pero tampoco tenían cualquier semejanza con las tienditas y panaderías que frecuenté durante toda mi vida como hijo de comerciante español que soy.  Regresé a Brasil con aquellas novedades en la cabeza, sin al menos saber cómo nombrarlas para un gran amigo de tiempos pasados, también español, que en la época tenía una panadería y una confitería en Barra, uno de los barrios tradicionales de la capital de Bahia. Ese amigo me había encargado la tarea de remodelar un establecimiento de él. Pero, más que cambiar su apariencia, yo en realidad quería que él me permitiera ayudarlo a poner en práctica este tipo de comercio, direccionado a personas que tienen un poder adquisitivo más elevado, para que pudieran comprar productos especiales, con una calidad superior a la que se encuentra en los supermercados.

Después de mucha insistencia, él dejó que yo utilizara un depósito sin uso para hacer el proyecto del nuevo concepto de tienda. El estabelecimiento, que empezó con 120m2, fue un éxito y luego decidimos adquirir  el otro lado de la casa, que era una panadería, y transformamos todo en una pastelería fina con más de 400m2. Fue así que creamos, hace casi 30 años, creo yo, el primer concepto de delicatessen en Brasil.  El local luego se convirtió en sinónimo de distinción y calidad, lo que le rindió más de ocho direcciones en la ciudad. La fórmula del proyecto no la confieso ni bajo tortura, pero puedo decir que ese modelo de delicatessen es personalizado para un perfil de cliente distinguido, con acesso a la información, gastrónomo por excelencia, de buen gusto, que tiene placer en ser referencia, en elegir personalmente cada producto con soltura y hábitos refinados y en ver y ser visto. Ahí la necesidad de planearmos anaqueles más bajos que lo usual, dando la posibilidad de una visión panorámica del ambiente.  El local tiene que ofrecer un ambiente que se asemeje a su estilo, que sea acogedor, con iluminación direccionada de forma que valore los productos expuestos y resalte con naturalidad sus colores en los envases y géneros con intensidades distintas desde las más calientes hasta las más frías a depender  de lo que se desee poner en evidencia. Resalto también el techo elevado, que sugiere un ambiente oxigenado y confortablemente climatizado, aromatizado y con música ambiente, buscando agregar al concepto, a la atención y a la marca valores que despierten el deseo de consumir. El proyecto del interior comercial también busca dar prioridad al blanco, al vidrio y al metal en los materiales con la intención de minimizar la contaminación visual que normalmente

los locales de esa naturaleza traen a la gran cantidad de productos de todos los tamaños,  colores y marcas, además de transmitirle al cliente la sensación de asepsia del ambiente. Para eso, la elección de los productos y equipos siempre es hecha con mucho cuidado a partir de muchas investigaciones, viajes al exterior para visitar ferias y fábricas de empresas especializadas.  El proyecto arquitectónico de todas las tiendas está configurado por un parqueadero externo, espacios de producción, de panificación, de pastelería, cocina general, cámara frigorífica, depósito, apoyo para los empleados, oficina administrativa, piso técnico con centrales de equipos, además de la propia tienda delicatessen.  Por esos y otros detalles que envuelven el concepto de delicatessen, nuestro modelo ultrapasó las fronteras de Bahia y actualmente está presente en otros estabelecimientos del mismo género, los cuales proyectamos para empresas en São Paulo, Rio de Janeiro y,  el más reciente, Manaus.   Origininalmente publicado por la REVISTA CONSTRUIR NORDESTE                      


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